Sunday, September 28, 2025

 

¿QUÉ DIRÁ LA HISTORIA DEL "PROCÈS" ? - art. El Obrero digital

¿QUÉ DIRÁ LA HISTORIA DEL” PROCÈS”? Aunque Licenciado en Ciencias de la Educación, siempre he sido un entusiasta historiador aficionado, hasta el punto de haber dudado de si ir a por un título o por el otro. Pues bien, en esta faceta de “historiador” me ocupa y preocupa qué dirá la historia sobre todo el entramado, hechos y sucesos, del proceso independentista catalán. Y es que ya con bastantes años a la espalda, he podido comprobar cuan diferentes son las historias, según sean contadas, por unos o por otros. Lo comprobé, de manera muy especial, en algunas de las charlas que nos daba Ernest LLuch, el gran político, profesor, economista y también historiador, asesinado por ETA. Una de aquellas charlas versó sobre la guerra de Sucesión. La gran guerra, entre los pretendientes de la casa de Borbón y la de Habsburgo. Hablamos del período 1701 – 1715, que terminó con el Tratado de Utrecht y el triunfo de la casa de Borbón. No me alargo, pero queda claro que todos los nacionalismos necesitan maquillar, modificar y si hace falta inventar relatos para justificar sus posiciones. Y a fe que lo hicieron los independentistas que retratan el 11 de septiembre de 1714 como la fecha en que Cataluña perdió sus inmensas libertades, para sucumbir a las garras de los Borbones. Del hecho, al trecho hay una inmensidad de mentiras, invenciones y realidades paralelas, estudiadas y explicadas al detalle por Ernest Lluch, y como él por muchos otros historiadores que las han expuesto en multitud de libros. Libros que son automáticamente rechazados por todos los independentistas de pro. Los consideran propaganda o panfletos al servicio del relato borbónico, o centralista madrileño. En fin y en resumen, que desde aquellos ya lejanos días, tuve clara la necesidad de contrastar todo acto histórico, mediante lectura y estudio de diferentes versiones. Nunca quedarse con una única, porque ninguna contendrá toda la verdad, de forma objetiva y transparente. Pues bien, la historia la tienen que explicar las que la han vivido, en vivo y en directo. No dejar que la expliquen otros, muchas veces con poco conocimiento de causa y terreno, proclives a imprimir su visión, pensando es la mejor. No, no, he comprobado sesgos en todo lo leído hasta ahora y me preocupa dejar las cosas claras, al menos desde mi punto de vista, pero sobre todo desde mis vivencias personales y políticas. He sido actor, en primera línea de combate, de confrontación, de opresión y presión para variar mi rumbo, en tanto que alcalde y dirigente de una de las agrupaciones y federaciones del partido socialista, en Cataluña. Mis relatos no son de oídas, sino de acción directa, desde puestos institucionales y de partido. Precisamente, para evitar que otros hagan el relato que quede para la historia, he dedicado no menos de 500 artículos, a relatar acciones y posiciones, a lo largo de unos 12 años. Para unos el proceso empezó en 2010, para otros, un poco más tarde. La excusa mayoritaria fue la sentencia del TC, declarando inconstitucionales 14 artículos del Estatuto de Autonomía de 2006 y otros 27, sujetos a interpretación por el mismo tribunal. Cierto que todo se llevó con grandes conflictos y desgraciados comportamientos, lo cual provocó un fuerte sentimiento de incomprensión y menosprecio, en buena parte de la ciudadanía catalana. Pues bien, se dé comienzo oficial en 2010 o 2011, lo cierto es que se alargó hasta inicios de los veinte. Es decir 2020 – 2021, y muy claramente, a partir de las elecciones al Parlamento de Cataluña de 2024, con el triunfo del socialista Salvador Illa. En los años del procès, la vida en Cataluña fue muy difícil para todos, pero muy especialmente para los que decidimos cumplir el juramento dado. Si hubiera estado en una dictadura, no habría considerado “sagrado” el juramento, pero sí lo es, cuando se está en una democracia plena. Y España, lo es ahora y lo era en 2011. Ocupaba el puesto 19, de la lista de Calidad democrática que puntúa The Economist, con 8,21 puntos sobre 10. Una lista en la que se supervisa, a 165 países. Pues bien, cumplir con el juramento puede parecer fácil, pero no lo es cuando todo el país, está bajo los efectos de una crisis general – existencial, con un Govern echado al monte y unos partidos y entidades independentistas que marcan agenda y acuerdan lo que hay que hacer. Además de repartir carnets de buenos y malos. Estar entre los malos, simplemente por cumplir y hacer cumplir la ley, suponía enfrentarse a todo tipo de acusaciones, insultos, presiones, exclusiones, amenazas y alteraciones de la vida ordinaria del municipio donde ejercía de alcalde. Similares acciones se llevaban a cabo en el territorio en el que representábamos al partido socialista. La vida cambió y fueron muchos los ciudadanos preocupados, primero, y temerosos, a continuación por su futuro a nivel personal y colectivo. En contra de lo que querían vender los independentistas, no hubo revolución de sonrisas, sino miedo, puro y duro por parte de los que no comulgaban con sus ideas. Y éramos mayoría, pero sometidos a un Govern, totalmente vendido a los independentistas, que hacía uso de todos los instrumentos a su alcance, empezando por los medios de comunicación públicos, y muchos de privados debidamente beneficiados con fondos públicos. El ambiente se fue enrareciendo, por culpa de la inactividad del Gobierno Rajoy, por un lado y por el enardecimiento del Govern catalán, por el otro. La debilidad y las dudas de Madrid, hicieron creer a los independentistas que todo era posible, gracias a su astucia y “valentía”, en contraste con las dudas y la falta de reacción del gobierno central. Solo la suma de todo ello explica las enormes torpezas en todo el proceso. Un gobierno valiente y conjuntado nunca debería haber permitido llegar tan lejos. Con un poco de materia gris y conocimiento interno, se habrían evitado imágenes , largamente buscadas por los independentistas como la del barco Piolín, en el puerto de Barcelona, o el inmenso error de actuar contra la consulta, el día 1 de octubre que era lo más deseado por los independentistas. Si no se habían encontrado las urnas, daba igual. Era más fácil poner un guardia civil y un Mosso, en cada colegio electoral dos días antes, así se anulaban los 2.300 colegios electorales. Y sino, dejar hacer la consulta como se hizo el 9- N (2024). Al final, los resultados se maquillaron, en uno y otro proceso. No saldrán nunca las actas, porque se verían las falsedades de resultados. En resumen, el procès, fue resultado de un largo camino, preparado y planificado desde el interior de Cataluña, aprovechando las dudas, debilidades y ostentosos errores del Gobierno central. Para los que nos mantuvimos fieles al juramento dado, la vida fue muy dura. Es ahora con el nuevo Govern cuando vemos el resultado claro de nuestra resistencia. No quiera el PP, reivindicar nada, porque fueron responsables, en buena parte, de los desastres cometidos, por acción o por omisión.





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