Tuesday, December 12, 2023

 

¿ HA VALIDO LA PENA ? - art. El Obrero digital

¿HA VALIDO LA PENA? Son muchos los independentistas que, a nivel individual y en privado, se hacen esta pregunta. Poco a poco irán apareciendo reflexiones en público, ya no a título individual, sino colectivo. Ha habido algún intento, pero todavía muy incipiente. Necesitan más tiempo y más medios donde hacerlo sin que les caigan todos los anatemas habidos y por haber. Todo llegará. Mientras tanto, los que nunca comulgamos con los principios del proceso, y no solamente no lo hicimos sino que nos situamos claramente en contra, también nos hacemos esta pregunta: ¿por qué se intentó una huida hacia delante que no tenía ninguna posibilidad de éxito? Respuesta complicada, solo comprensible si se ha vivido y conocido a los principales actores y su entorno mediático. De entrada, la lejanía, ya no física sino mental respecto a España, ha sido fundamental. Los actores e impulsores del proceso, vendieron la idea de una España irreal, atrasada, carca, intransigente y poco menos que tonta, empecinada en vivir de las riquezas y la explotación de Cataluña y los catalanes. Argumento simple y simplista, pero vendido, día a día, semana a semana, en los medios públicos del Gobierno catalán: TV3, Cataluña radio, y en media docena de medios de comunicación privados, debidamente financiados con los presupuestos, hicieron su trabajo. Si a todo ello, se le suma la enorme torpeza del gobierno central, en manos del PP, con ministros y dirigentes del partido haciendo campaña contra todo lo que provenía de Cataluña, los efectos se sumaban y suponían una fábrica de independentistas, con opiniones muy primarias, pero suficientes como para seguir las indicaciones de los “pastores del rebaño”. De aquí, a organizar grandes manifestaciones, a romper con España en pequeños temas, pero alejando poco a poco el Estado de Cataluña. Pocas visitas de ministros, poca visibilidad de las inversiones estatales, abandono de infraestructuras, equipamientos y servicios como Rodalies / Cercanías que iban de mal en peor. Y dejación de funciones ante incumplimientos de la ley o claras vulneraciones. Todo este ambiente propiciaba la idea de que el Estado estaba ausente o huido, con lo cual se vieron más y más fuertes para una prueba de fuerza. Si el gobierno central hubiera visto venir lo que se preparaba, podía haber actuado, a tiempo, pero estaba mirando hacia otro lado, y esto propició el choque de trenes. Somos muchos los que vaticinamos que más que un choque de trenes se propiciaría un choque entre un camión y un “600,” pero los del” 600” se creían mucho más listos e inteligentes como para vencer a los que iban en camión. Resultado: las sesiones del 6 y 7 de septiembre de 2017, en las que se propició un auténtico golpe contra el Reglamento del Parlamento, en primer lugar, y contra la Constitución y el Estatuto, a continuación. Un gobierno, bien informado y consciente, hubiera reunido a los principales partidos del Estado: de gobierno y oposición, para evaluar y debatir sobre el camino a emprender, y al cabo del día, habría decidido poner en marcha el mecanismo previsto en la Constitución: aplicación del artículo 155. En un día, se podía haber resuelto el conflicto. Se habría mandado la señal inequívoca de seriedad y contundencia, en el marco del estado de derecho. Estábamos y estamos en un Estado de democracia plena. No hay que tener miedo al uso de los mecanismos constitucionales. Pues bien, aquí hubo miedo a su uso, y esta indecisión permitió todo lo que vino después. La intervención del Estado, el día 8 de septiembre, nos hubiera ahorrado un sinfín de problemas. Dejar que los problemas se alarguen y se pudran, no solo no soluciona nada, sino que lo complica todo. Es lo que pasó en Cataluña. Vuelvo al principio, ¿ha valido la pena?, para nada y para nadie. Los daños han sido cuantiosos y profundos. Los hemos padecido, con culpa y sin culpa, millones de catalanes que estábamos contra el proceso. Y como los hemos padecido, y podrían durar mucho más, lo que deseamos es girar página, lo antes posible, y empezar una nueva vida, aquí y en todas partes. Rehacer relaciones rotas, dentro y fuera del territorio. Guste o no, los indultos fueron una gran solución. Ahora, se quiere resolver el resto, con la ley de amnistía. Pues bien, cuanto antes se apruebe y se aplique mejor para todos. Y en este todos, tanto estamos los catalanes, como el resto de los españoles.





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