Monday, March 07, 2022

 

GRAVES HERIDAS A UN IDIOMA - art. El Obrero digital

GRAVES HERIDAS A UN IDIOMA. La historia, la cultura, los idiomas, deberían quedar fuera de las guerras, pero cuando la barbarie inicia su curso, todo vale, para alcanzar los objetivos. Lo estamos viendo en la primera guerra que podemos seguir, en vivo y en directo, desde nuestros móviles, en casa, en la calle o en el trabajo. Y vemos multitud de otros objetivos que no deberían ser “objetivos bélicos” empezando por toda la población civil, pero nada para los ánimos de destrucción cuando la orden de avance y ocupación se ha dictado. Estamos en plena guerra de Rusia contra Ucrania, con una desproporción de fuerzas inmensa. Sin saber cómo terminará, puedo ya anunciar un seguro perdedor: el idioma ruso. Es el octavo, a nivel mundial, con 258 millones de hablantes. Lo tienen como idioma materno 154 millones, y como idioma habitual, otros 104 millones. Es uno de los grandes, y sin embargo, esta guerra le hará perder muchos millones de usuarios. Será la respuesta de la población ucrania, a la invasión rusa. Lo mismo pasó, en todos los países de la antigua Unión Soviética, cuando ésta dejó de existir. Durante la larga “guerra fría” en todos los países del bloque soviético, el ruso era el segundo idioma. Todos lo estudiaban, todos lo hablaban. Su imposición derivó en antipático, poco amado, o claramente odiado, según el país y las circunstancias. Terminada la dominación, las nuevas generaciones se lanzaron a estudiar el alemán y el inglés. El alemán porque Alemania desplegó su potencial económico hasta el último rincón de todos los países y se convirtió en el idioma de prestigio y progreso social. Y el inglés por su carácter universal, presente en todos los medios audiovisuales. Ahora, el ruso pasará a ser el idioma odiado en Ucrania. De hecho, tengo ya constancia de multitud de cambios en su uso, tanto en las redes como en las propias familias ucranianas. El ucraniano está sustituyendo al ruso, a marchas forzadas, incluso en aquellos casos en que no se domina bien. Es una manera de luchar contra la potencia invasora: no utilizar su idioma. Soy estudiante de ruso, desde hace muchos años, si bien en dos etapas distintas. Una de 3 años, en mis años mozos, en los que consideré que tener 4 o 5 idiomas me valdría para abrirme paso, en todo el mundo, y ahora, ya como jubilado en que he querido recuperarlo para simple gozo personal. Y aprovechar para irme unas semanas a Moscú y a San Petersburgo. De momento, impensable ir a Rusia. Me lo ha impedido la pandemia, y ahora me lo impide la guerra. Lo seguiré estudiando para añadirlo a los 5 otros que practico porque siempre hay ocasión para hablarlo, sea con personas de Rusia, Georgia, Ucrania, Azerbaiyán….o leerlo, tranquilamente en casa. De todas formas, es triste ver como un idioma puede ser elegido como “arma enemiga” por culpa de la locura de un ex agente de la KGB, en funciones de presidente de un inmenso país, llevado a la guerra por ansias imperialistas que creíamos eran cosas del pasado. En este caso, el pasado vuelve para recordarnos lo peor de lo peor. Esperemos pare pronto la barbarie para dar paso a un nuevo futuro.





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