Tuesday, September 14, 2021

 

UNA PRESIDENCIA DESASTROSA - El Obrero digital

UNA PRESIDENCIA DESASTROSA. Para los que hemos ostentado el ilustre cargo de diputados en el Parlamento de Cataluña, resulta indignante ver cómo la nueva presidenta, destroza todo aquello que habíamos construido: seriedad, respeto, objetividad… en resumen, sentido institucional. Así fue durante los mandatos de Heribert Barrera, Coll i Alentorn, Joaquim Xicoy, Joan Reventós o Joan Rigol, por poner a los cinco primeros. La cosa se torció gravemente con la elección de Carme Forcadell, auténtica protagonista de las sesiones del 6 y 7 de septiembre de 2017, en las que se vulneró el Reglamento, la Constitución y el Estatuto. Nunca nadie hubiera imaginado tal desafuero. Y como las cosas siempre pueden empeorar, la elección de Laura Borrás, hacía prever lo que está sucediendo. La reconversión de la presidencia del Parlamento en una tribuna pública para salir a los medios de comunicación, cada semana. Pocas veces, para algo útil e institucional. Así, estamos y así estaremos hasta que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, la llame a declarar por su imputación en diversos delitos cometidos cuando ostentaba el cargo de presidenta del Instituto de Estudios Catalanes (IEC). La adjudicación presuntamente fraudulenta de diversos contratos a un amigo suyo, la llevarán a juicio, y a una más que probable inhabilitación. Esta circunstancia la convierte en una persona sin futuro político, lo cual la lleva a actuar de forma absolutamente fuera de toda lógica institucional. Conduce los plenos con una soberbia y prepotencia nunca vistas. Si alguien la crítica no duda en devolver las críticas, o hacer algo más práctico e inmediato, cerrarle el micro. Es decir, silenciar al discrepante. En ruedas de prensa, ha decidido no usar el castellano, con la justificación de que en el Parlamento debe usarse solo el catalán, auténtico idioma oficial. Por lo menos para ella, y si alguien lo utiliza en el hemiciclo, lo consentirá, pero ella no lo usará. Ha decidido conceder la medalla de honor a los “represaliados” del 1 de octubre. La primera vez que se concede a un colectivo, sin el consenso lógico y habitual de todos los miembros de la Mesa. A ella le da igual. Rompe moldes, rompe tradiciones, rompe consensos. Tendrá medio hemiciclo vacío el día que entregue la medalla, a no se sabe quién, porque nadie representa este colectivo. Se supone la medalla quedará depositada en alguna dependencia del Parlamento. Y continuamos. En vez de actuar como mediadora entre partidos de gobierno y de oposición, se comporta como auténtica hooligan, contra el propio gobierno, por tibio y contemporizador, exigiendo más presión y dureza contra el gobierno central. En resumen, tenemos en el Parlamento a una persona radicalmente opuesta a todo lo que debería representar la presidencia. Una muestra más de la deriva esencialista de los partidos independentistas que han perdido el norte y solo recuperarán el seny el día que pierdan el poder.





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