Wednesday, March 24, 2021

 

LA PARTE POR EL TODO - art. El Obrero digital

LA PARTE POR EL TODO. Un elemento básico de la democracia es el respeto a todas las sensibilidades, y con ello, el respeto a las minorías. España ha conseguido en estos años de democracia recuperada ir ascendiendo puestos en todas las agencias de supervisión y control de la calidad democrática a nivel mundial, hasta situarse entre los 23 países de democracia plena. Concretamente, en el Índice de Calidad Democrática del periódico The Economist, sin duda la de referencia a nivel mundial, ocupa el puesto 19, entre los 167 países estudiados. Este Índice tiene a Noruega como la de mejor calidad democrática, y termina con Corea del Norte como la peor. Pues bien, si España se encuentra en el puesto número 19, deberíamos hacer todo lo posible por avanzar unos puestos, pero sin permitir que nadie ponga en duda la calidad democrática de la que gozamos. Y es que las nuevas generaciones, que no han conocido la dictadura franquista y se dejan llevar por lecturas o expresiones verbales, frívolas, a menudo hacen referencia a la situación actual como carente de libertades y faltada de auténtica democracia. Muchos han puesto en duda los valores de la Transición y se permiten criticar o, peor aún, ignorar la larga lucha por la libertad. Si esto es cierto para el conjunto de España, mucho más lo es en Cataluña, donde los partidos independentistas pelean para ver quien es más antiestatal. Para ellos nada nuevo ni bueno puede venir de Madrid. Entendiendo Madrid como gobierno central – estado – monarquía. Este totum revolutum les une. Todo lo demás les separa, de forma que es muy complicado poner un mínimo de orden, como para componer un gobierno y con él, un programa. En esta lucha por aparecer más fiel a las esencias, más anti Madrid, se arrogan la representación del conjunto del “pueblo catalán”. Toman la parte por el todo, y desde hace años pueden dar carné de buen catalán, o buen demócrata, en función de sus parámetros. En muchas de las concentraciones y manifestaciones, podemos oír proclamas como “los catalanes no tenemos Rey”, “el pueblo catalán” no acepta este régimen. El “pueblo catalán exige la independencia, y así otras muchas variaciones. Incluso hace pocos días, unos ex consejeros del gobierno catalán, se permitieron dudar de las convicciones democráticas de los socialistas, a la vista de que defienden la actual monarquía. Se supone con ello que poden en duda la calidad democrática de cientos de millones de ciudadanos del mundo que tienen monarquías parlamentarias, como Gran Bretaña, Noruega, Suecia, Dinamarca, Bélgica, Países Bajos…y todos los de la Commonwealth que tienen por Jefe del Estado, a la Reina de Inglaterra. Estamos, pues, en Cataluña en una situación de confusión y de prepotencia de los independentistas que quieren apoderarse del sentimiento catalán y de sus instituciones para llevar a cabo su objetivo de romper con España y marchar hacia “tierras ignotas”. Ya nadie habla de la Itaca soñada, porque nadie sabe donde estaba ni cómo se iba. Ahora simplemente se intenta mantener el engaño en base a pretender hablar en nombre del colectivo, dejando atrás, precisamente a la mayoría de catalanes, que lo que queremos es girar página y recuperar el tiempo perdido. Tenemos un año complicado por delante. No creo puedan aguantar más las fuertes contradicciones internas y la falta de aliados externos. Ahora mismo la CUP pretende volver al pasado, proponiendo como gran objetivo un “nuevo embate” contra el Estado, obligando a los partidos independentistas a “salir de la zona de confort” en la que están instalados, sin reconocer ellos mismos la integración en el sistema. Llaman a la confrontación cómodamente sentados en sus bien retribuidos escaños. Así estamos.





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