Tuesday, November 17, 2020

 

SUIZA, COMO MODELO FEDERAL - art . El Obrero digital

SUIZA, COMO MODELO FEDERAL. Dicen los expertos que hay tantos modelos federales como estados lo tienen por sistema, y deben tener razón a la vista de significativas diferencias entre Alemania, Canadá, EEUU, Australia, Austria, Bélgica, Brasil,….y Suiza. Me quedo con el modelo suizo, como el mejor, a la vista de su funcionamiento y resultados prácticos. Quizás también por haberlo vivido y observado en tanto que trabajador y estudiante por 7 años, en la capital, Berna. Suiza tiene 8,5 millones de habitantes, una superficie de 41.285 km2, plagada de altas montañas, lagos y valles. Territorialmente está organizada en 26 Cantones, con una muy amplia autonomía. Cuatro lenguas nacionales: alemán, francés, italiano y reto romano o romanche, pero solo tres oficiales, las mayoritarias. El romanche solo es hablado por poco más del 0,5% del total. Nacida el 1 de agosto de 1291, empezó siendo una confederación de estados, para pasar a federación en 1848. Su primera constitución ( 1874) duró hasta la promulgación de la segunda en 1999. Entró en vigor el 1 de enero de 2.000. Lo más llamativo para los que llegamos de países altamente centralizados (antes de la actual Constitución) era la normalidad en su pluralidad lingüística, competencial, organizativa, y por encima de todo su eficacia y austeridad. Son prácticos y eficientes, huyendo de la burocracia y las complicaciones. De aquí, su modelo federal. Cada administración se ocupa de lo más próximo al ciudadano, con una estructura muy sencilla, y al mismo tiempo altamente eficaz. Tres niveles de administración: municipal, cantonal, federal. Cada una con las competencias perfectamente delimitadas, y cada una con una financiación suficiente para cubrir sus obligaciones. Ninguna entra en competición con otra, porque la coordinación y cooperación son permanentes. Muy propio de Suiza es el sistema de democracia directa, consistente en consultar a los ciudadanos a nivel municipal, cantonal y federal, siempre que alguna propuesta importante lo haga necesario. Desde 1848 se han llevado a cabo más de 600 referéndums o consultas de carácter federal. Este número da una idea de hasta qué punto se consultan los más variados temas y asuntos. En la última consulta realizada, se pedía autorización para invertir 5.200 millones de francos suizos, en la renovación de los aviones de combate del ejército suizo. Cinco fabricantes se habían presentado a concurso, pero una inversión de este volumen no podía decidirla el gobierno sin consultar al pueblo. Pues bien, el pueblo decidió autorizar esta inversión. Esto pasó justo hace menos de tres meses. El mismo día se consultaba la protección del lobo, y la posibilidad de conceder una baja de paternidad voluntaria por 15 días. Los tres temas fueron aprobados en esta consulta. Para no cansar con tantas consultas, los cantones y los municipios, agrupan sus consultas, con las federales, de forma que en un mismo día puede haber 4, 5, 6, urnas para temas de muy variada índole. Podría alargarme con muchas otras ventajas de este sistema, pero para mí uno de esencial es el respeto y el impulso a la iniciativa privada, fomentada y protegida por la estructura política. Además, su federalismo protege la irradiación de actividad en todo el territorio de forma que hay vida más allá de la capital, Berna. Es más, Berna es la capital política, pero superada ampliamente por otras ciudades mucho más potentes a otros niveles. Ginebra, a nivel internacional, con múltiples organismos que la tienen como sede. Zúrich como capital económica y universitaria. Basilea, potente centro económico – industrial. Y con ellas otras ciudades intermedias como Lucerna, Friburgo, Lausana, etc. En resumen, el poder político, económico, industrial, científico, universitario,… se esparce por todo el país de forma que cada centro opera como potenciador de su entorno, beneficiando al conjunto. Hay una permanente coordinación y cooperación, en beneficio del conjunto y cada nivel de administración tiene muy claras sus competencias, con sus deberes y derechos. Al final, se consigue, lo más preciado: la famosa eficacia suiza. Vuelvo al principio para aceptar que cada país debe buscar su modelo organizativo, pero tampoco hay que inventar siempre. Tenemos un buen modelo en Alemania, y otro en Suiza. Después de los años vividos como estado de las autonomías, seria hora de emprender algunas reformas, para completar el recorrido y llegar a los sistemas que mejor funcionan: el alemán y para mí, muy especialmente, el suizo.





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