Wednesday, October 21, 2020
SALVADOR ILLA, EL HOMBRE TRANQUILO - art. El Obrero - digital
SALVADOR ILLA, EL HOMBRE TRANQUILO.
Como otros muchos compañeros y compañeras del PSC, felicité a Salvador Illa por su nombramiento como Ministro de Sanidad, augurando una labor tranquila en un ministerio tranquilo, muy adecuado para poder compaginar el cargo institucional con el de secretario de organización.
Su nombramiento suponía un honor y al mismo tiempo un peligro para su continuidad en el segundo cargo en importancia, a nivel de partido. No siempre resulta acertado desvestir un santo, para vestir a otro, de aquí la creencia de haber acertado en darle un ministerio de segundo nivel, para hacer posible la compaginación de cargos.
Poco podíamos imaginar que a los pocos meses se convertiría en el centro de atención de toda España, al mando de un pequeño núcleo de técnicos, obligados a proponer y decidir las medidas adecuadas para hacer frente a la peor epidemia en un siglo.
La transformación de España en un estado muy descentralizado, motivó el adelgazamiento del ministerio, hasta quedar reducido a un estamento mínimo, para coordinar y resolver las pocas competencias propias, puesto que las principales están en manos de las autonomías.
Precisamente este mini ministerio, ha demostrado la importancia de tener un hombre tranquilo a su frente, capaz de afrontar un inmenso reto, con eficacia y diligencia. Con su talante, se ha ganado el respeto de propios y extraños. También ha quedado demostrado que la descentralización, equiparable a un estado federal, precisa robustecer el ministerio para convertirlo en el centro coordinador de las políticas de sanidad de todo el país. Una cosa no impide la otra.
Su labor y la de los consejeros autonómicos han puesto a prueba la realidad del estado de las autonomías. Para lo bueno y para lo malo. Hasta ahora todos vivían muy tranquilos, gestionando los recursos procedentes del gobierno central, sin más problemas que los propios de cada año.
La pandemia ha hecho aflorar los puntos débiles. Nada será igual en los próximos meses y años. La crisis económica de 2008 motivó recortes brutales en los servicios esenciales, de forma que todos perdieron inversión en infraestructuras, equipamientos y servicios. Y lo más grave, en recursos humanos. Miles de médicos y enfermeras buscaron mejores opciones en otros países, hasta el punto de crear un déficit enorme, en nuestro país. Algunos expertos cifran en 10.000 los profesionales médicos que se necesitarían, a día de hoy, para cubrir todos los puestos disponibles.
Esta crisis estructural motiva la gran preocupación para luchar adecuadamente contra la pandemia, de aquí la necesidad de una perfecta coordinación entre el Ministerio de Sanidad y las Consejerías autonómicas. Toda discrepancia debe dejarse para otro momento, hasta salir de la crisis en la que nos encontramos.
Y en esta crisis, la presencia de Salvador Illa, como político y la de Fernando Simón, como técnico ha sido y es crucial. El paso por una alcaldía (La Roca del Vallés) y por otros cargos institucionales ha supuesto un bagaje de primer orden para poder gestionar una crisis tan compleja y dura como ésta. Con ganas de torpedear su gestión y decisión por parte de un PP dispuesto a todo, con tal de hacer fracasar el gobierno de coalición.
Queda mucho camino por andar, pero si una imagen queríamos enviar desde Cataluña, la de Salvador Illa ha sido la mejor, en contraste con todo lo que tenemos, en el govern y en el Parlament. El seny contra la rauxa. La eficacia contra la inutilidad. La tranquilidad frente la destemplanza. El diálogo frente la cerrazón.
Vienen tiempos duros, de forma inmediata, a medio y largo plazo. A nivel sanitario y a nivel económico. Imaginemos qué sería de nosotros con otro gobierno, con otros actores, como los que tenemos en la oposición. En pocos días tendremos ocasión de verlos y sobretodo escucharlos con motivo de la presentación de la moción de censura presentado por VOX.
Solo un equipo fuerte y cohesionado puede afrontar los próximos retos. El resto de partidos, deberían comprender lo que está en juego y dar su apoyo para emprender una recuperación dura y difícil, pero posible. Los planes están trazados y los actores están en sus puestos. Queda por ver la responsabilidad de cada partido.