Tuesday, March 27, 2007

 
GOBERNAR UN PEQUEÑO MUNICIPIO

A raíz de las informaciones sobre el municipio de Alt Aneu i las vicisitudes del actual Consejero de Agricultura i ex – alcalde, Joaquim Llena, quisiera hacer unas reflexiones sobre lo que supone gobernar un pequeño municipio, en este caso de quinientos habitantes, con las leyes, actualmente vigentes y los medios de que disponemos para llevar a cabo nuestro trabajo en condiciones normales.
Conozco relativamente bien el tema por llevar veintiocho años en un pequeño ayuntamiento, primero como concejal y en los dieciséis últimos años como alcalde, y por haber compartido con muchos otros discusiones y propuestas de cambios legislativos que hasta ahora no han tenido ningún éxito.
De entrada hay que describir la composición social de muchos pequeños pueblos, donde todavía no se han roto los vínculos familiares y todos son parientes de todos. Con esto quiero decir que las familias originarias todavía persisten y aportan el setenta u ochenta por ciento de la población fija del pueblo. Si en las candidaturas municipales se quiere tener un buen resultado es lógico ir a buscar representantes de cada clan familiar. Y así actúan los partidos implantados en cada municipio.
Hasta aquí, todo lógico, todo correcto. Las contradicciones aparecen inmediatamente después de las elecciones y los problemas , también. Si este ayuntamiento tiene siete concejales( lo mismo valdría para los que tienen cinco, y todavía más para los concejos abiertos con un solo alcalde ) significa que hay siete grupos familiares representados en el ayuntamiento, o cinco o cuatro, da igual, el resultado es que medio pueblo tiene parientes más o menos lejanos en el ayuntamiento. Si a todo, ello sumamos el juez de paz, el presidente de la ADF (agrupación de defensa forestal) y los funcionarios municipales, quedan muy pocos habitantes sin ninguna relación de parentesco con los cargos públicos o funcionarios.
Sigamos la descripción y veamos quienes tienen negocios, comercios, actividades, etc. En este caso, si aplicásemos rigurosamente y al pie de la letra las incompatibilidades se producirían efectos como los que a continuación expondré.
El ayuntamiento organiza fiestas populares, en las cuales quiere ofrecer productos locales: carne a la brasa, quesos, pan , coca, etc, etc. Qué hacer si hay una sola carnicería en el pueblo y es de un pariente del alcalde o de un concejal ¿Cómo actuar si hay una sola panadería en el pueblo y pertenece al presidente de la ADF, o al teniente de alcalde ¿ Y si los quesos se venden en las dos o tres tiendas del pueblo , todas ellas con parientes más o menos lejanos en el Consistorio local?
Sigamos con otros ejemplos. El ayuntamiento quiere arreglar un camino y para ello necesita dos o tres camiones de material. El único camión del pueblo pertenece a un primo lejano del alcalde, o de un concejal. ¿ Debe ir a contratarlo a otro pueblo o ciudad pagando el doble o el triple de lo que costaría si contrata el camión del pueblo?. Lo mismo diríamos para máquina excavadora, u otros trabajos de jardinería, poda, etc.
Podemos continuar, con otros trabajos de albañilería , fontanería o carpintería. Si hay uno sólo en cada pueblo, o dos, y tienen la desgracia de ser parientes de algún cargo municipal no podrían nunca reparar, ningún desperfecto en bienes municipales. Ir a otro pueblo o ciudad comportaría gastar más en desplazamientos que el trabajo en sí.
Podría seguir, con muchos otros ejemplos que se están dando en centenares de municipios pequeños de Cataluña. Quiero recordar que hay unos 600 aquí, y unos 6.000 en toda España.
Ante esta situación , los ayuntamientos aplican el sentido común y lo más beneficioso para todos, como es comprar en el lugar más cercano, o contratar a quienes tienen más a mano y con menor coste para las arcas municipales. Pero, qué pasa si estas decisiones llegan a los tribunales? Aquí nadie se hace responsable. Ante peticiones de dictámenes por parte de la Generalitat, Diputación o Federación de Municipios, todos aconsejan aplicar el sentido común, pero nadie garantiza lo que puede decidir un tribunal. También en esto los pequeños municipios están desamparados y los cargos municipales expuestos a sentencias ilógicas ,debido a legislaciones incoherentes con la realidad diaria de multitud de pequeños pueblos, donde no se pueden aplicar los criterios de una ciudad.
Y volviendo al principio. Si hay que tomar decisiones de carácter urbanístico siempre afectan a las viejas familias del pueblo. Son las que tienen propiedades seculares y cualquier decisión puede estar bajo sospecha de favoritismo o castigo. Si se recalifican porque se les favorece económicamente y sino porque parece que se les castiga o persigue. Pero es que hay muchos propietarios que quieren continuar siendo agricultores o ganaderos y no quieren recalificaciones. Esto no se comprende en una ciudad o por muchos urbanitas, pero existe y ,a menudo, se dan grandes conflictos por recalificar porque el ayuntamiento lo considera positivo, en contra del propietario que no quiere. De todo hay en la viña del Señor.
Y en materia urbanística, creo que hay suficientes instrumentos en Cataluña para salvaguardar la legalidad. Cualquier ciudadano, cualquier miembro de la oposición, puede denunciar ante Política Territorial supuestos casos de ilegalidad y todos son estudiados, controlados y dictaminados. Y los propios ayuntamientos tienen secretarios, técnicos municipales para informar y dictaminar, además del control del Pleno municipal. Y si se cumple la ley no hay que buscar otras razones a las decisiones municipales. Esto viene a cuento sobre Alt Aneu. Francamente por lo que he leído, y conozco personalmente ,ninguna decisión ha supuesto vulneración de la normativa urbanística vigente, ni uso de información privilegiada ni utilización de cargo público para beneficio propio.
Y sinceramente lamento que un alto cargo como el de Consejero de Agricultura se considere incompatible con el de alcalde o concejal. Vamos en dirección contraria a muchos otros países en que se considera lógico, compaginar el cargo de Ministro con un cargo local y es una magnífica manera de conservar los pies en el suelo y tener contacto con la realidad diaria, sobretodo de un pequeño pueblo que no deja de ser un gran desconocido por las informaciones que están saliendo estos días.
Joan Roma i Cunill, Alcalde de Borredà.





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