Tuesday, May 27, 2025
UN AÑO DESPUÉS - art. El Obrero digital
UN AÑO DESPUÉS.
Pronto se cumplirá un año de la elección de Salvador Illa como presidente de la Generalitat de Cataluña. Un año que ha parecido una eternidad si nos atenemos al ritmo de actividad, acuerdos y pactos para desarrollar el programa de gobierno. Cierto que la precariedad parlamentaria obliga a hacer y deshacer propuestas, en función de los vaivenes de sus aliados principales.
De todas formas el resultado se puede considerar espectacular, por lo conseguido y por lo planificado, a pesar de esta minoría parlamentaria. En la lista de logros me gustaría destacar una primera constatación, muy aconsejada y repetida por quien fue presidente de la Generalitat en el exilio (éste sí, auténtico y no inventado) Josep Terradellas. El presidente Illa y con él todo el Consejo Ejecutivo, ha dejado de hacer el ridículo, en cuestión de formas y protocolo. Nada más inútil, torpe y de vergüenza ajena que negarse a recibir al Jefe del Estado, o esconderse un rato para aparecer luego en la mesa conjunta.
También se cumple con todos los actos nacionales y estatales, sin excepción. Cataluña ha vuelto a la plena normalidad, y lo ha hecho con respeto a propios y extraños, en nombre y representación de los ocho millones de catalanes, piensen lo que piensen, voten lo que voten. Empiezo por aquí porque para muchos les puede parecer una perogrullada, pero para los que llevamos combatiendo el proceso independentista, muchos años, esto es para enmarcar y aplaudir. Sí, el simple cumplimiento de las normas, ahora y aquí, es casi una acción revolucionaria. Las banderas esteladas ya no ondean en edificios públicos de la Generalitat.
Vayamos al grano de la gobernanza y gestión. Aquí, los logros son espectaculares por la ambición que demuestran y las prioridades propuestas. Cierto que hay una cierta inflación de planes en marcha, pero difícilmente se puede actuar sin tener planes concretos, bien elaborados y bien cuantificados. Lo primero que hay que destacar es la estrecha colaboración con todos los ayuntamientos, y remarco “todos” porque había quien temía atención preferente para los grandes, y olvido de los medianos y pequeños. Y es que en este segundo grupo hay 600 de los 947 que tiene Cataluña.
Pues bien, se esperaban decisiones importantes y se han cumplido. Está ya en marcha el nuevo PUOSC (Plan Único de Obras y Servicios de Cataluña), con 500 millones de euros, repartidos de manera que los más pequeños consiguen subvenciones proporcionalmente mucho mayores que los grandes municipios, hasta el punto de que los más pequeños de 100 habitantes, han superado ampliamente los 400.000 euros. Ayudas que pueden cubrir el 100% de la inversión.
Otro plan, ampliamente esperado era el de recuperar el Plan de Barrios, impulsado por los presidentes Maragall y Montilla, destinado a poner al día barrios viejos y degradados. Aquellos primeros planes obtuvieron grandes aplausos y muy buenos resultados. Pues bien, ahora se pone otro en marcha con 1.000 M de la Generalitat, y 600 de los ayuntamientos. Se prevé llegar a 125 barrios o conjuntos urbanísticos, necesitados de rehabilitar y adaptar equipamientos y espacios verdes para combatir la pobreza, por un lado y el cambio climático por otro.
Y está en marcha la promoción de viviendas, para llegar a la cifra de 50.000, de aquí a 2030. Todas de promoción pública para alquiler asequible, con carácter indefinido. El objetivo es conseguir que Cataluña llegue a tener un 15 %, sobre el total. Para ello se pidió la participación de los ayuntamientos, los cuales han cedido 663 solares que servirán para edificar las primeras 21.000 viviendas. Y éstas se añadirán a otras, vía rehabilitación de casas abandonadas que serán compradas por ayuntamientos o por la propia Generalitat. En este ámbito quiero remarcar el efecto “bola de nieve” a nivel municipal. Nadie se había tomado muy en serio el tema de la vivienda, hasta hace un año en que saltaron todas las alarmas. Es así como se han activado actuaciones en todos los municipios, incluso en los más pequeños. Muchos tenían el viejo piso destinado al secretario, o al médico, o a los maestros. Pisos vacíos, como vacíos estaban viejos cuarteles de la Guardia Civil o agentes rurales, etc. En estos momentos, todos están en obras con ayudas de las diputaciones o de la propia Generalitat. Pueden parecer pocos, pero todo suma y están repartidos por las 43 comarcas.
A todo lo dicho, lo que más se espera es la reorganización de la propia estructura de la Generalitat. Lleva 45 años, de sumar capas y más capas de personal, competencias y servicios, sin una remodelación a fondo para hacerla mucho más rápida y eficiente. Esto se hará realidad el próximo año después de encargar a varias comisiones de expertos, las novedades a introducir, entre las cuales, la supresión de numerosos trámites inútiles.
No hay ámbito ni sector que no sea objeto de modificación y modernización, pero sobretodo de eficacia. La conformación del gobierno con muchos ex alcaldes y cargos municipales ha facilitado la revolución en curso. La mejor escuela en política son los ayuntamientos y quien haya estado unos años en uno, tiene claro cómo proceder en un nivel superior, respetando las competencias de cada cual.
En definitiva, estamos en la más pura normalidad política y solo hay que ver los ánimos y acciones de los partidos independentistas para constatar el cambio radical y el progreso en los principales vectores del país, sin olvidar que queda mucho camino por delante. Estamos sin presupuestos y hay que conseguir aprobar los de 2026 si no se quiere ralentizar y comprometer algunas de las grandes inversiones previstas. Pero, si alguien dudaba de la capacidad del PSC para entomar el reto de cambiar radicalmente la realidad catalana, puede venir y comprobarlo personalmente.